Vuelve el conflicto por el “dólar soja” y se corre el peligro de perder las ganancias mientras se discute cómo se repartirán las pérdidas
Abstract
En momentos en que la cotización de la soja alcanza niveles relativamente
elevados vuelve a tensarse la relación entre el gobierno y el campo.
Los productores afrontan una situación inédita en la presente campaña. Por un
lado, una brecha nunca vista entre el dólar-soja y el dólar billete. Por el otro, a
partir de la pesificación compulsiva, no existe otro instrumento de ahorro que
permita la conservación del poder adquisitivo que no sea la propia producción.
El único ahorro permitido a prueba del impuesto inflacionario lo constituye la
misma mercadería. Por lo tanto, no es extraña la escasa predisposición de los
agricultores para desprenderse de la cosecha.
Por su parte, las autoridades enfrentan una creciente caída en el nivel de
reservas del Banco Central y aprontan toda una batería de medidas para forzar
compulsivamente la liquidación de la cosecha y no se descarta la estatización
de la comercialización de granos y oleaginosas.
Al igual que en 2008, se dirime quién se queda con la mayor parte del beneficio
que significan los altos precios de la oleaginosa. De prolongarse el conflicto se
corre el peligro de que, en lugar de discutir cómo se reparten los beneficios,
finalmente se concluya dirimiendo cómo se distribuyen las pérdidas. Algo así
ocurrió en 2008, cuando se paralizaron las ventas precisamente mientras los
precios externos alcanzaban niveles records. Cuando finalizó el conflicto, los
precios ya habían descendido.
Hoy no es solamente el campo el que afronta dificultades económicas; como se
detalla más abajo, el sector industrial también enfrenta declinantes márgenes
de beneficio. La perspectiva para la actividad económica en Argentina no es,
por tanto, promisoria pese a que las condiciones externas son sumamente
favorables. Los problemas, por tanto, se generan al interior del país.