dc.description.abstract | A lo largo del desarrollo de este trabajo, se utilizará la teoría expuesta por la Escuela de
Copenhague para el análisis del caso en cuestión. Esta tiene sus bases en el constructivismo,
corriente de pensamiento que a diferencia de las teorías principales de las relaciones
internacionales, hace hincapié en las construcciones sociales y la interacción entre los actores del
sistema. Creen que estos factores pueden alterar la realidad que perciben los actores del sistema,
de los cuales tienen una percepción más amplia que algunas corrientes más conservadoras como
el realismo. Además, le brindan mucha importancia al lenguaje, visto como una construcción
social que permite moldear la realidad y la percepción que tenemos de ella. Dentro de su agenda
en relación a la seguridad y las posibles amenazas, podemos encontrar una visión positiva en
cuanto a la cooperación entre actores y una gran diversidad de temáticas que pueden ser
incluídas en la agenda securitizada. Para ello, el libro “Security: A New Framework for Analysis” de
los autores Barry Buzan, Ole Wæver y Jaap de Wilde servirá de base para el seguimiento de este
tema. Los autores ponen énfasis en el concepto de seguridad y las distintas aristas que este
puede tener a la hora de ser analizado. En cuanto a su definición general, podemos referirnos a
“seguridad” como un problema o dilema que presenta una amenaza existencial hacia un objeto de
referencia, el cual utiliza medidas extraordinarias para enfrentarlas. Esta definición es la más
cotidiana y puede ser aplicada para muchos sectores, como el económico, el ambiental o el social.
En el caso de las relaciones internacionales, estas amenazas ponen en juego la supervivencia del
Estado principalmente, como también de los gobiernos o las sociedades, y se legitima el uso de la
fuerza en ocasiones que la seguridad se encuentre en riesgo. Es por ello que la seguridad se
encuentra en las agendas de todos los Estados, ya que de ella depende su supervivencia en el
sistema.
Sin embargo, depende de cada Estado qué considere para sí mismos como una amenaza y que
no. Esto se debe a la cualidad no universalista del concepto de seguridad. Para los autores en
cuestión, que basan su teoría en la construcción social y el discurso para ella, todo lo relacionado
con seguridad y aquello que esté en su agenda dependerá principalmente del proceso de
securitización. Este refiere a qué tanto cierta temática se encuentra en el debate público y en las
instituciones. Puede considerarse como una versión más extrema de politización, que incluso
puede llegar a utilizar medidas más allá de las reglas de juego. Por ello, existen distintos niveles
de securitización: desde no politizado; donde no se debate en el ámbito público ni en el
gubernamental, pasando por politizado cuando forma parte de la política pública; hasta lo
securitizado el cual se presenta como una amenaza existencial y se requiere de medidas de
emergencia y justificación de ciertas medidas por fuera del juego político. Por lo tanto, los autores
entienden que la seguridad se trata de una práctica auto referenciada, ya que no existen
amenazas concretas generales sino que los Estados “deciden” qué consideran como amenazas
para ellos mismos y su supervivencia respectiva. Para que un tópico sea securitizado, debe ser
aceptado socialmente como tal y no quedar en un simple discurso securitizador. Solo de esa
forma, logrará estar legitimado para actuar por fuera del “reglamento”. Para concluir, ciertos
actores tendrán más poder que otros socialmente para securitizar diversas temáticas, siempre
apelando al discurso y a su eficacia para llegar a causar un efecto en la sociedad. | es_ES |