Cambios producidos en la profesión de periodista gráfico a partir de transformaciones en las relaciones laborales propias de la Modernidad Líquida
Abstract
A fines de octubre del año pasado murió en su casa de Washington DC el veterano periodista Ben Bradlee. Tenía 93 años. Había sido soldado en la Segunda Guerra Mundial y editor de la revista Newsweek antes de subir escalones como periodista en el Washington Post. Había alcanzado el deseado puesto de Editor-in-Chief -lo más cercano a un Secretario de Redacción que se conocen por estas latitudes- cuando entraron a su redacción Bob Woodward y Carl Bernstein. Juntos lograron desenmarañar una trama de conspiraciones y negociados para espiar a la oposición política y derivar fondos del Estado a campañas políticas que llegaban al mismo Richard Nixon, quien más tarde, renunció. Sigue siendo el único presidente
norteamericano en hacerlo.
En 2012, dos años antes de partir, le preguntaron a Bradlee cuál pensaba que sería su huella en el
mundo. “Dejar un legado de honestidad; haber vivido una vida lo más cercana a la verdad”.